Consideramos que del grado de AUTOESTIMA que posea una persona, depende la mayoría de sus acciones, y en consecuencia,  sus resultados, en todos los aspectos de su vida.     Es por ello, que muchas veces se debe trabajar primero en ella.

   La “autoestima” es la valoración que hacemos de nosotros mismos sobre la base de las sensaciones y experiencias que hemos ido incorporando a los largo de la vida.

    Esta autovaloración es muy importante, dado que de ella depende en gran parte la realización de nuestro potencial personal y nuestros logros en la vida.

    Las personas que se sienten bien consigo mismas, que tienen una buena autoestima, son capaces de enfrentarse y resolver los retos y las responsabilidades que la vida les plantea. Por el contrario, los que tienen una autoestima baja suelen auto limitarse  y fracasar.

   El concepto de uno mismo va desarrollándose poco a poco a lo largo de la vida. Cada etapa aporta en mayor o menor grado, experiencias y sentimientos, que darán como resultado una sensación general de valía o incapacidad. En la infancia descubrimos que somos niños o niñas, que tenemos manos, piernas, cabeza y otras partes de nuestro cuerpo. También descubrimos que somos seres distintos de los demás y que hay personas que nos aceptan, y personas que nos rechazan.

   A partir de esas experiencias tempranas de aceptación o rechazo de los demás, es cuando comenzamos a generar una idea sobre lo que valemos o dejamos de valer.

   El niño gordito desde pequeño puede ser de mayor un adulto feliz, o un adulto infeliz, dependiendo el resultado, de la actitud que demostraron los demás hacia su exceso de peso desde la infancia.

   Nuestro nivel de autoestima es el responsable de gran parte de lo que ocurre en nuestras vidas.  Nuestra vida es  reflejo de lo que existe en nuestro interior.

   Las experiencias vividas durante la infancia juegan un papel predominante en el establecimiento de nuestra autoestima.  Durante esos primeros años, nuestros éxitos y tropiezos y como fuimos tratados en cada ocasión por los miembros de nuestra familia, nuestros maestros, amigos, etc. contribuyeron a la creación de la imagen que llevamos adentro, de nosotros mismos, y en consecuencia establecieron nuestro nivel de autoestima.

   Es una parte de los cimientos del edificio de nuestra persona. Si por una baja autoestima, no confiamos en nosotros mismos, no nos respetamos, no nos valoramos, será imposible lograr lo que desearíamos alcanzar.

   Las personas que tienen bajo nivel de autoestima, dependen de los resultados presentes, para establecer como sentirse respecto a si mismas.  Mientras que un alto nivel de autoestima hace florecer un alto nivel de confianza en nuestras propias habilidades para resolver situaciones, y la asertividad necesaria para permitirnos llegar a ser, todo lo que podemos ser. 

   Debemos ser capaces de reconocer de manera realista nuestras fortalezas y limitaciones; y al mismo tiempo aceptarlas como valiosas sin condiciones ni reservas.

   La hipnoterapia y el coaching son herramientas importantísimas,  para lograr conseguir, recuperar, mantener o fortalecer nuestra autoestima.

   Escuchar la palabra “regresión”, suele despertar curiosidad, miedo, incredulidad o rechazo. Puedes creer o no,  en la terapia regresiva, pero realmente es una técnica eficaz para sacar los bloqueos a la luz y liberar los traumas que con otras terapias sería difícil sanar.

   Trauma: es un recuerdo de un hecho asociado a una carga emocional.  Con el tiempo, el recuerdo desaparece, es olvidado, pero la carga emocional permanece intacta en el subconsciente y desde allí, determina nuestra conducta, nuestra forma de vida y nuestra respuesta frente a situaciones similares.

   Todo esto puede suceder con apenas un solo incidente de nuestra vida.

   Recordar no es suficiente, es necesario vivenciar, revivir, sentir en el cuerpo el hecho que motivó la emoción.  Al revivir la situación original permitimos que esa emoción encuentre salida a través de nuestro cuerpo, experimentando, no solo las emociones, sino las sensaciones físicas de esos momentos.

    La sensación consciente, actúa como drenaje, limpiando, purificando, liberando por fin esas energías enquistadas.  Y entonces se produce el alivio.  Súbitamente la comprensión surge a la mente…   ¡Ahora entiendo por que!...

   Esa emoción que estaba reprimida, dejará de estar.

Hay quienes opinan que el paciente imagina una fantasía, una fábula, que el mismo creo. Si fuera así, el efecto terapéutico se cumplirá igual.  Para el subconsciente la fantasía será real.   Lo más importante en las regresiones, es que el paciente sienta y experimente las sensaciones en su cuerpo. Si esto sucede, el trabajo estará hecho. El cambio se producirá en forma espontánea. La persona no tiene que elaborar nada, ni pensar en lo que va a hacer de ahora en adelante, simplemente actuará de una manera diferente, porque no estará condicionado por la estructura emocional antigua.

   ¡Cuantas veces!… habremos oído a alguien, arrepentido por algún error cometido en el pasado…decir:…”Si pudiera retroceder en el tiempo… lo haría de otra manera”…  

   Con la terapia de regresión, no podemos cambiar lo que ya hizo, pero si podemos reparar los daños que quedaron en el subconsciente, y que están interfiriendo negativamente en su presente y condicionando su futuro.

   La  terapia regresiva, es un “arma” muy eficiente, ya que en casos donde no se encuentra la causa u origen, por medio de esta, se lo encuentra, para poder comenzar el tratamiento adecuado. 

   El ejemplo más claro se da en las fobias, que generalmente vienen producidas por un hecho ocurrido hace mucho tiempo.  Una vez detectado el origen, se comienza la reparación. 

   Según nuestro criterio, está acertado, quien denomina a esta terapia: “Hipnosis Clínica Reparadora” .